Trimálaga Universidad de Málaga

Catedral de Málaga - Parte 2

Catedral de Málaga - Parte 2 Virginia Toro Carmona
06 ago 2012 Realizado por: Virginia Toro Carmona

Levantamiento y recreación de la 2da fase de la Catedral de Málaga

Acerca de este proyecto

La Catedral en el siglo XVII

El comienzo del nuevo siglo supone la terminación del coro, que se estrena el 5 de junio de 1631, jueves, previa dotación, el 4 de junio, de un aniversario de 5000 maravedís de renta, vísperas y misa con música de la Anunciación. Pero antes hubo de solucionar graves problemas técnicos como la amenaza de derribo del arco perpiaño de la nave central, que se agrietó a todo lo largo por falta de estribos y por no estar proseguida la obra, teniéndose la necesidad de llamar a los maestros de Granada y de Córdoba para que junto a Pedro Díaz de Palacio, emitieran un informe. La muerte del deán a los pocos días fue la causa de que no siguiera adelante con el proyecto; habría que esperar a la llegada de Fray Alonso de Santo Tomás, que toma posesión de la sede en 1664, para que se pusiera en marcha, de nuevo, el plan de continuación de las obras, ya bajo la dirección de Miguel de Perea, que fue nombrado maestro mayor en 1663, ejerciendo el cargo hasta 1679.
El obispo, en el Cabildo del 15 de enero de 1665, propone la financiación de la obra, comprometiéndose a solicitar a Carlos II la concesión de 2000 ducados de pensión sobre el obispado de Málaga cada año y ofreciendo 4000 ducados más de las rentas de las Fábricas Mayores y Menores. Durante la segunda mitad del siglo se pusieron rejas a la capilla mayor y al coro, trabajos realizados por Francisco de Melgar y Clemente Ruiz, se repararon las solerías de las bóvedas y los impactos de balas que la Catedral recibió en los sucesos de 1668; en 1673 se pavimentó el altar mayor con piedra roja de la cantera de San Antón y se le puso reja alcanzando el presupuesto de 329.830 maravedíes. En 1692, gracias al testamento del arcediano de Ronda Francisco de Alvarado, se donará el altar mayor y el tabernáculo, agregando el Cabildo dinero de las Fábricas Menores, de las limosnas y de la Mesa Capitular para efectuar estas empresas.
En cuanto a las intervenciones de Fray Alonso en la catedral en materia de amueblamiento hay que señalar que bajo su patrocinio se realizaron el tabernáculo, los pulpitos del altar mayor, el facistol y el águila de bronce del remate del atril para el coro y los doce atriles para salterios, la reforma de la reja, la pila de agua bendita, los bancos y sillas. Estas son piezas de complemento, mientras que las anteriores son de más interés puesto que sutiles detalles dejan constancia de la actividad de Fray Alonso en la Catedral.
El tema del tabernáculo es uno de los capítulos de intervenciones de Fray Alonso que resultan más interesantes, ya que este monumento constituye una de las grandes utopías de la basílica malagueña al no materializarse hasta el siglo XIX. También se debe a la iniciativa de Fray Alonso la realización de los pulpitos, en donde dejó constancia de su intervención en la Catedral al colocar sus escudos en los frontales del hexágono del cubo, así como en otros espacios emblemáticos de la basílica, como era el coro, al que dotó de atril de bronce, dorado y rematado por un águila.



El siglo XVIII y la terminación de la Catedral

La paralización de las obras durante un siglo había traído consecuencias negativas para la fábrica ya que se corría el peligro de su derrumbe, según dictaminó Bartolomé turus, ingeniero de las obras del muelle, que había sido nombrado por el Cabildo para que inspeccionara el edificio ante las goteras que se habían producido tras las lluvias del invierno de 1718 afectando a las cubiertas, especialmente las de la capilla mayor, de manera que en la sesión del cabildo del 9 de octubre de 1719, tras la lectura del informe, se acordó efectuar los reparos y la continuación de las obras hasta su conclusión.
Preparadas las rentas, se eligió como responsable de llevar a cabo las obras a José de Bada, maestro mayor de la Catedral de Granada, que se presentó ante el Cabildo el 8 de mayo de 1721 para dar las primeras indicaciones sobre la apertura de cimientos, que se determinó fuera por el lado izquierdo frente a la Puerta de Espartería, acordándose poner la primera piedra el 21 de mayo.
Los citados maestros locales aprobaron el plano de Bada, sugiriéndole la conveniencia de reducir el ancho de la fachada para que coincidiera la alineación con la de las capillas ya realizadas en la obra vieja.
Parece que la fachada ideada por Ayala se concebía como un telón que no traducía la estructura interna de la iglesia al dividirse en cuatro pórticos y se coronaba con un exagerado vuelo de nueve varas que impedía la visión del cuerpo de luces, cargado además de motivos decorativos. Está claro que se está hablando de un diseño en clave barroca, que rompía el ritmo de la iglesia renacentista además de alejarse de ese barroco clasicista que la Academia francesa venia filtrando en España a través de determinados autores y escuelas. Carecía de las columnas salomónicas que enmarcan con el pórtico central el relieve de la Asunción. Como testimonio de él se mantuvo el esquema de las tres arcadas que conforman profundos nichos para las portadas, que recuerdan tanto la idea de Siloe de portada que se advierte en la de Las Cadenas, como la propuesta de Cano para la Catedral de Granada que Bada sigue de alguna forma en el portal del sagrario de Granada, una idea que repite en las portadas laterales, casi copia de la citada de Granada.
En su interior, la finalmente construida, alberga el vestuario de clérigos y el archivo, con entrada por la capilla de San Sebastián. Bada, sin embargo, no desnudó los primeros cuerpos de las torres como le indicaron estos maestros sino que enriqueció sus muros con columnas y lleva hasta el campanario, un cuerpo de caracol en los muros de las torres para la conducción al segundo tramo y dos puertas en el segundo cuerpo en el plano de la cornisa para la comunicación de la parte inferior de la fachada.
Ya en 1728 Bada advirtió que los arcos de las capillas de la obra antigua eran más anchos y sobresalían con respecto a los que debían encajar en la obra nueva por los lo que proponía reducir paulatinamente las bóvedas hasta conseguir un ajuste, propuesta que fue aceptada por Fray Miguel de los Santos y Toribio Martín de Vega; en 1743 se reconocieron las grietas de la capilla mayor, producida durante un terremoto de 1680, por lo que Bada propuso hacer más gruesos (dos tercias más) los arcos formales sobre los que cargaban las bóvedas de los costados de la obra nueva.
En 1745 se bajan los salarios a los oficiales que trabajan en la obra, con el consiguiente abandono de muchos de ellos y en 1746 el arbitrio concedido por el rey pasa a las obras del muelle. Sustraído de la financiación el arbitrio real, las obras que se pretenden, ni se pueden, paralizar, se van cubriendo con otras vía de financiación, como los 2000 reales mensuales de la Mesa Capitular y los fondos de las fábricas que se iban distrayendo de otros gastos o los 12000 reales anuales que se asignaron del Cabildo secular. Esta inyección de dinero animó al Cabildo a proponer hacer nuevos planos y aumentar el trabajo de cerramiento de las bóvedas así como a contratar más oficiales, aunque se mantenían en la posición de insistir ante el rey sobre la recuperación del arbitrio, conscientes de que la envergadura de la obra requería mayor financiación de la que contaban. En septiembre de 1753 dos cubiertas estaban totalmente cerradas pero, de no proseguir, el peligro de ruina de lo hecho era inminente.
Pero Bada no pudo seguir al fallecer en diciembre de 1755.
La continuación de la Catedral corrió desde entonces a cargo de Antonio Ramos, que en sesión del 19 de enero de 1756 solicita el cargo de maestro mayor. A Ramos le corresponde cubrir la nave central, terminar las torres y los cubos, y unir la obra vieja con la nueva, todo ello se hizo entre 1756 y 1768, fecha en la que puso en uso toda la iglesia aún a falta de la terminación de las torres y de la decoración de las capillas de la zona nueva.
En 1757 se le resta de la Fabrica la mitad del arbitrio real, que se desvía para la fábrica del muelle; en 1780 los municipios de Marbella y Estepona se niegan a continuar pagando el arbitrio; en 1781 hace lo propio el de Vélez Málaga, y en 1782 el conde de Floridablanca indica que el arbitrio está cumplido por lo que no se continuaba la financiación por esta vía. A todo ellos hay que unir la voluntad real de no renovar el arbitrio y pasarlo al Montepío de Viñeros, en principio por tener conocimiento de la mala administración y uso de los caudales por parte de la fábrica catedralicia y en segundo lugar por el cambio ideológico de la época, en la que las obras de interés público y social se priorizaban con respecto a las religiosas. Todo ello trajo como consecuencia la negativa a continuar aplicando arbitrio a la fábrica de la Catedral por lo que se ejecuta la orden de suspensión de las obras ese año. Ésta es la causa y no las razones, convertidas en leyenda, sobre el desvío de fondos para la Guerra de la Independencia americana.
El devenir de la construcción y la intervención de Ramos en ella se ven condicionadas por un constante ajuste de la actividad. Así mismos propone rebajar la hilera que hay sobre las claves de los arcos de las bóvedas; todo un complejo sistema de empujes compensados que fortalecían la estructura y posibilitaban el derribo de los bastiones de separación entre ambas iglesias sin resentimiento de las estructuras de ninguna de ellas.
Desde 1768, año en que se pone en uso la Catedral completa y 1782, fecha en la que se clausuran las obras de terminación, los trabajos son mínimos; de hecho, cuando en 1782 se decide desmontar los andamios, decisión que explicita con claridad los planes del Cabildo de dar por finalizadas las obras, quedaban por hacer las dos sacristías, que ya estaban empezadas, los remates y adornos de la fachada, terminar la torre, la circunvalación de los altos, las estatuas, el panteón, la sala capitular, todas las oficinas necesarias y el patio de los naranjos.
Ramos muere en 1782 y le sucede como maestro mayor José Martín de Aldehuela, que estaba trabajando en la Catedral en las cajas de los órganos desde 1778. Bajo sus órdenes, se colocó la reja del atrio según diseño de Ramos, se despejó la plaza de materiales de obra, se hizo la sacristía y arreglos de ornato en el interior de la fachada y la capilla de la Encarnación, que se remodeló íntegramente por donación del obispo Molina Larios.

Imagenes

Fachada principal Trascoro Fachada norte Coro Fachada Capillas sur Capilla Sagrado Corazón Catedral de Málaga