Trimálaga Universidad de Málaga

Casco antiguo - Parte 2

Casco antiguo - Parte 2 Manuel López Gabaldón
23 mar 2010 Realizado por: Manuel López Gabaldón

Mitad sur

Acerca de este proyecto

Málaga comienza su perfil urbano moderno rompiendo sus inoperantes murallas. Como fruto de su expansión demográfica, traspasa los límites que hasta entonces tiene impuestos, tanto naturales (el río Guadalmedina al oeste), como artificiales (las murallas en la parte norte). Los malagueños, cuyo número crece a despecho de las catástrofes naturales que afligen periódicamente a la ciudad, se extiende por los barrios extramuros: el Perchel, la Trinidad, Capuchinos y la Victoria. La población se va asentando, por tanto, en las zonas que fueron los arrabales de la época musulmana y que sirvieron de refugio al ganado con anterioridad.

El viejo cinturón amurallado que encorsetaba la ciudad medieval cedía ante la presión demográfica, terminando por saltar en pedazos en 1786, debido a la escasez de suelo urbano y a la especulación inmobiliaria. Las mismas autoridades, tanto regias como municipales, venden los terrenos del foso, a la espalda de la muralla en Carretería, con el fin de que el muro defensivo se utilice como pared maestra de las nuevas casas, prestándoles su extraordinaria consistencia. Se mantiene casi intacto el lienzo sur de las defensas, una línea que, partiendo del espacio que ocupa actualmente la Diputación, llega hasta el mercado de Atarazanas, donde había un saliente hacia el mar, rematado por la Torre Gorda, en el lugar de la calle de igual nombre. El muro retrocede hacia el norte, finalizando en la plaza de Arriola. Sigue un espacio de construcción abierta, sin murallas, puesto que éstas recomienzan a la altura de calle del Agujero, prosiguiendo en paralelo al río hasta la puerta Nueva y el comienzo de la calle de Carretería.


Nueva ruptura y nuevo comienzo frente a la calle Postigo de Arance, hasta perderse otra vez en la desembocadura de calle Mosquera. Estos lienzos de muralla corrían en paralelo con la actual calle de Carretería, por detrás de las casas de su acera derecha, las cuales estaban construidas sobre el foso de la muralla, foso que servía de alcantarilla y aliviadero de las aguas pluviales que los montes circundantes vertían a la plaza de la Merced. En todo el largo de la calle Muro de San Julián (cuyo nombre hacia mención a un viejo sistema defensivo) la muralla ya había desaparecido, reiniciándose con un trozo de lienzo en ochava frente a 1a desembocadura de calle Dos Aceras y siguiendo, ya sin solución de continuidad por la calle de Álamos hasta enlazar con el recinto defensivo de la Alcazaba, lo que ocurría en la parte alta de la calle Pozo del Rey. La calle Alcazabilla aún no existía por aquella época. El tramo final de las centenarias defensas aparecía algo más abajo del ángulo oeste de la actual Aduana y corría a lo largo de la Cortina del Muelle (que en aquellos momentos era playa y desembarcadero de mercancías) hasta completar el cerco, es el Torreón del Obispo, frente a la Diputación.

Con el fin de proporcionar una visión aproximada de esta ciudad en el setecientos, se pude comenzar por describir lo que fue el núcleo originario de la misma. Nos referimos al centro de la urbe, considerando como tal todo aquello que quedaba comprendido por las murallas árabes. Sus límites se observan con claridad al seguir el recorrido del muro defensivo e incluso el trazado de algunas calles revelan su dirección, como las de Carretería y Álamos.

Este núcleo finaliza en su parte oriental en la colina de la Alcazaba, por el sur, da al mar que, junto con las murallas, (en el plano de Carrión de Mula figuran los límites costeros de los años 1738, 1754, 1771 y 1786), constituye siglos atrás ese mismo límite y que inicia una retirada progresiva la cual permite la creación de la Alameda Principal, que discu¬rre amplia y majestuosa desde la Puerta de Esparterías (aproximadamente en la confluencia actual de Larios y Sancha de Lara) hasta el Fuerte de San Lorenzo, situado frente a la calle Torregorda. Una playa, que ocupa el sitio del actual paseo del Muelle de Heredia, esta separada del Guadalmedina por un espigón y un alargado bosquecillo de álamos, construidos ambos con el fin de evitar que las arenas arrastradas por las avenidas del río rellenen el puerto. Hacia levante, dicha playa concluye en el nuevo espigón portuario, ubicado en lo que es actualmente la plaza de la Marina y donde se encuentra el edificio dedicado al destacamento sanitario, a cuyo celo y custodia esta confiada la prevención epidémica de la ciudad.


Existen áreas que funcionalmente se diferencian unas de otras y que podrían calificarse como comerciales o administrativas; la primera de ellas correspondería a toda la línea de playa que se extiende desde la Aduana del Mar, en Puerta del Mar, hasta la Plaza de la Alcazaba. En ella el tráfico marítimo conlleva la existencia de numerosos comercios y almacenes, por lo que no es extraño que estos últimos proliferen en las inmediaciones del Postigo de los Abades y de la Puerta del Mar, y no sólo en el sentido de naves comerciales, sino como pequeños almacenes que se ubican en los bajos de las viviendas de ese sector. A su vez, y como prolongación de la zona de Atarazanas y puerta del Mar hacia la otra orilla del río, su número también es elevado en el barrio del Perchel.


Asimismo, los distintos establecimientos de venta al público proliferan en torno a unos ejes que parten de la anterior puerta, para lo cual tuvo especial incidencia la apertura a fines del siglo XVI, de la calle Nueva, con un fin eminentemente comercial, como es el de comunicar directamente la Plaza Mayor con la zona portuaria. Por tanto el núcleo principal del comercio en la ciudad fue dicha calle, que con el paso del tiempo, irradió su actividad a las vías próximas. De esta forma, en el siglo XVIII un alto número de comercios se ubican en esta calle Nueva, San Juan, Puerta del Mar, Camas, etc. Por otro lado, una zona de intenso tráfico mercantil lo era también Puerta Nueva, como punto de entrada a la ciudad y de partida hacia el Camino de Antequera. Aquí el número de comercios es alto, distribuyéndose entre las calles Compañía, Especierías y Cisneros.


En otras zonas del centro, aunque lógicamente se registran tiendas, el número de éstas no permite calificarlas como netamente comerciales. Tan sólo se podrían destacar las calles Granada y Santa María, formando parte, esta última, junto con las de Compañía y Cister, de esa importante vía que une el Camino de Antequera con el de Vélez, por la Caleta, y que se puede denominar como calle Mayor.


En lo referente al área administrativa, ésta se localiza principalmente en la plaza Mayor, lugar en el que se ubican los organismos que rigen la vida ciudadana, así como los despachos y oficinas de escribanos tanto en la misma como en sus proximidades. Otro núcleo importante, esta vez desde un punto de vista religioso, lo constituye la Plaza del Obispo, conjunto urbanístico en donde destaca el Palacio Episcopal y la Catedral.

Por consiguiente, en la zona intramuros los focos de atracción más relevantes son la parte del muelle; el espacio comprendido desde la Puerta del Mar a Puerta Nueva, ordenándose en torno a calle Nueva; la Plaza Mayor; el sector de calle Granada y Santa María, y la Plaza del Obispo.


Extramuros, y por orden de antigüedad, aparecían los viejos barrios del Perchel y la Trinidad, intermitentemente enlazados por un puente de madera a la altura de Santo Domingo y, a veces, por uno de piedra en Puerta Nueva, puente que las sucesivas riadas destruían, para desesperación de autoridades y desprecio de un pueblo que cruzaba a pie el escaso caudal de un río altamente estacional en su régimen. El primero los barrios aludidos no alcanzaba más allá de unas manzanas de las calles Peregrino, Ancha y Angosta del Carmen, Callejones y Calvo, con limites en el convento del Carmen, hacia poniente, y hasta el de Santo Domingo, al norte. El barrio de la Trinidad formaba un trapezoide delimitado por la calle de Mármoles (hasta la ermita de Zamarrilla), la actual avenida de Barcelona y calle de la Trinidad, hasta desembocar en el convento del mismo nombre. La acera derecha de esta calle era el límite septentrional del barrio y de 1a población al oeste del río, puesto que Martirícos quedaba ya muy lejos y aislado por la huerta de Natera.


Al este del río y por fuera de la muralla, desde Carretería, el poblamiento llegaba por la calle de Ollerías hasta la Cruz del Molinillo, subiendo por las calles Cauce y Capuchinos hasta la plaza y convento de igual nombre, lo que dio lugar al llamado Barrio Alto. Desde esta plaza, y formando un ángulo agudo, las edificaciones bajaban por la Carrera de Capuchinos hasta la alcubilla que aún puede verse haciendo esquina con la cuesta de los Postigos, formándose una plazuela de donde partían dicha calle así como la de Dos Aceras y Refino. Esta última continuaba hasta su confluencia con la calle Cruz Verde (nombre de claras connotaciones inquisitoriales) y, subiendo por el Altozano, volvía a des¬cender hasta desembocar en la plaza de la Victoria. Desde aquí, calle de la Victoria abajo, se alcanzaban la plaza de la Merced y la Puerta de Granada.

Todo el espacio urbano actualmente ocupado por el Huerto de los Claveles, barrio del Molinillo, Alameda de Capuchinos, Cristo de la Epidemia, Compás de la Victoria y el Ejido estaba formado por huertas, barreros y por el "carnero", un cementerio donde iban a parar quienes, por diversos motivos, no podían ser enterrados en “sagrados", es decir, en las iglesias y capillas.

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