Trimálaga Universidad de Málaga

Iglesia y Convento de Nuestra Señora del Carmen

Iglesia y Convento de Nuestra Señora del Carmen Carolina Cara Armijo
23 mar 2010 Realizado por: Carolina Cara Armijo

El convento del San Andrés o también conocido como convento del Carmen por pertenecer a la orden de los carmelitas descalzos, fue fundado en el siglo XVI, más concretamente, en el año 1584 y perteneció a la orden hasta la desamortización de Mendizábal, en 1836.

Acerca de este proyecto

El convento del San Andrés o también conocido como convento del Carmen por pertenecer a la orden de los carmelitas descalzos, fue fundado en el siglo XVI, más concretamente, en el año 1584 y perteneció a la orden hasta la desamortización de Mendizábal, en 1836.

Los antecedentes previos a la llegada de la orden a Málaga se remontan a 1524, año en el que se aprobó la solicitud de los cofrades de San Telmo para construir una ermita en la playa cercana a las dos torres de Fonseca, en el Perchel, utilizadas en la vigilancia y defensa de la ciudad. En esta ermita, que se dedicó a San Andrés, oían misa las gentes del mar que habitaban los alrededores. La pretensión era la de disponer de esta ermita mientras se construía una iglesia de mayor capacidad que satisficiese adecuadamente las necesidades de una población en constante aumento. En 1568 ya había llegado al cabildo de la ciudad una petición del obispado para edificar esta iglesia y en 1583 visitó la ciudad el padre fray Gabriel de la Concepción, antiguo carmelita mitigado integrado en la reforma descalza. También se le conocía como Peñuela, por haber sido fundador del convento descalzo de esta localidad. La bulliciosa actividad de Málaga ligada al mar animó al religioso a realizar una nueva fundación. Por aquellos años, hubo una terrible epidemia en la ciudad, y por ello, se instaló cercano a la ermita, un hospital para la atención de los enfermos, en el que el fraile desempeñó una reconocida y beneficiosa actividad. En junio de este año el fraile comenzó a oficiar misa en la ermita. Para entonces las obras de la nueva iglesia se hallaban bastante avanzadas.

El padre Gabriel de la Concepción solicitó el correspondiente permiso para fundar el convento tanto del obispo, Francisco Pacheco de Córdoba, como del corregidor, Pedro Zapata de Cárdenas, quienes, aunque no se opusieron totalmente, pensaron que no era el momento más adecuado, a causa de la pobreza existente en Málaga por la peste.

Algún tiempo más tarde, el fraile renovó su petición ante el nuevo corregidor, Diego Ordóñez de Lara, oponiéndose en esta ocasión los monjes dominicos, cuyo convento se hallaba también en el barrio del Perchel. Ante esta situación, el padre Gabriel solicitó ayuda al padre Gracián, que se encontraba entonces en Granada. Este vino a Málaga e hizo una nueva petición al obispo, quien accedió a ella. La corporación municipal designó a los regidores Pedro Arriola y Diego de Ventorrilla para que señalasen sitio a los carmelitas, dando a los dueños de las casas lo que les pareciese. El rey Felipe II confirmó la cesión de la iglesia y el huerto a la Orden Carmelita. La fundación del Convento de los Carmelitas Descalzos en Málaga tuvo lugar con el traslado del Santísimo Sacramento en procesión por las calles del Perchel, desde el vecino Convento de Santo Domingo, el día 27 de junio 1584.

A partir de entonces el convento no cesaría de crecer y de transformarse, convirtiéndose en uno de los principales de Andalucía Oriental, por lo que fue destinado a noviciado poco después de la fundación. El propio fray Gabriel refiere en su relato de la fundación que, facultado por la bula de cruzada, había tomado una casa de las que habían quedado vacías por la peste, en la que instaló la iglesia en una de sus estancias, y en el resto, a los frailes. Una vez obtenida la cesión definitiva procedió a dignificar con unas tumbas el lugar donde se hallaban sepultados los fallecidos por la epidemia, cercando su perímetro, y a continuación comenzó a construir la casa. Los vecinos del Perchel colaboraron con sus limosnas a la realización de la sacristía, a la adquisición de una huerta más amplia, la terminación de la iglesia y a dotarla de adornos, de modo que, según las crónicas de la orden, las obras estaban terminando en 1592.

En enero de 1593 el provincial solicitó la cesión de una de las torres de Fonseca para refugio de la comunidad en caso de ataque por la costa, ya que por su ubicación en el ángulo occidental del barrio, donde terminaba la hilera de casas frente a la playa, era objeto de frecuentes ataques por los corsarios barberiscos. Una vez obtenida se le cerró la puerta y se le abrió otra por dentro, se realizaron en su interior diversas dependencias y se la dotó de campana. En este estado se mantuvo hasta que en 1624, con motivo de la guerra contra Inglaterra, fue fortificada y dotada de artillería; el obispo Mendoza las reedificó, terraplenó y cercó con una caja de tres pies de grueso, dejándolas con la forma semicircular. En un primer momento, las obras se hicieron con tierra y fajina, pero por su valor estratégico se les adosó una capa de cal y piedra. El diseño del fuerte era moderno, y con forma de baluarte, sistema que revolucionó por completo la ingeniería militar europea en el siglo XVII. Por este motivo, este fuerte se podía situar entre los primeros de su tipo en España. Según una descripción de D. Pedro Pacheco, del Consejo de Guerra de su Majestad, el fuerte de San Andrés tenía tres baluartes en el frente meridional, mientras el costado posterior era recto, pero en la cartografía malagueña este fuerte aparece tan solo con dos baluartes. Para su defensa, se mandó realizar una empalizada con barriles llenos de arena, que defendían la entrada a la “calle Los Percheles”. Su guarnición de soldados era de 60 hombres de mosquete. Y su dotación de artillera pasó a ser de 3 medias culebrinas. Las piezas eran una “media culebrina bastarda de a doze libras la bala. Otra media culebrina de metal de a siete libras, y otra media culebrina de hierro de a siete libras la bala”. Con esta forma se conservaron hasta su destrucción en el año 1880.

En el proceso constructivo del convento consta que en 1608 la comunidad pleiteó con el heredero de Francisco Verdugo, a quien consideraban obligado a hacer una reja y un retablo para la capilla mayor de la iglesia. Con posterioridad a la peste de 1649, se reformaron algunas salas con el importe de aportaciones de los fieles, y entre ellas, la enfermería, obras que al parecer ejecutó materialmente un religioso lego. Esta dependencia, que contaba tan sólo con cuatro celdas, tuvo un costo aproximado de 2.000 ducados. En 1654 se terminó la enfermería, bastantes nuevas celdas y una porción considerable de cerca. Las limosnas y donaciones de particulares debieron aumentar en cantidad y entidad, pues desde 1597 y a lo largo de los siglos XVII y XVIII, se documentan diversos censos que gravaban a casas –por lo general del Perchel- cuyo destino era el de sufragar misas y memorias de devotos.

Al igual que numerosos edificios de la ciudad, el terremoto de 1680 arruinó en gran medida la iglesia dejándola inhabitable, por lo que hubo de ser casi enteramente reconstruida hacia finales del s. XVII, según denota su estructura. Las obras continuaron en el siglo XVIII, transformándose o construyéndose algunas de sus capillas. Por una comunicación del padre prior del Convento al Ayuntamiento se sabe que la capilla mayor se estaba aún realizando en el año 1752.

En 1686 la comunidad descubrió un manantial en los altos del Arroyo del Cuarto y para aprovecharlo solicitaron de la ciudad permiso para encauzarlo, a cambio de construir una fuente pública en la esquina del huerto con la calle Ancha del Perchel. El acueducto y las cañerías que se construyeron se conservaron hasta el siglo XIX, cuando –tras unos años de desuso- lo adquirió la Casa Larios para conducir el agua hasta su fábrica de algodones.

Hacia la mediación del siglo XVIII la iglesia sufrió una nueva remodelación, como lo demuestra su fachada y la fecha de 1745 que figura en una de sus ventanas. El templo fue adquiriendo mayor complejidad espacial conforme se fueron construyendo nuevas capillas o remodelando las ya existentes, como lo demuestra la decoración de yeserías que se conserva en la parte superior de la capilla de Jesús de la Misericordia (antigua capilla sacramental) –que ya existía en 1758-, segunda conforme se entra en la nave de la Epístola.

La actual capilla bautismal, primera desde la entrada en la misma nave, se corresponde con la primitiva capilla de la Virgen de los Dolores, que se concluyó en 1803 a expensas de José Ligero. La capilla tercera de esta nave contaba con un altar dedicado a la Virgen del Carmen, y en 1713 fue vendida mediante contrato al gremio de curtidores para que les sirviese de enterramiento. También algunos particulares labraron capilla con bóveda de entierro, como fue el caso de la de Cristóbal Martín, vecino de la calle Ancha de los Percheles. Esta capilla se emplazaba en la nave del Evangelio, entre el púlpito y el altar mayor, y en su testamento – fechable hacia finales del s. XVI o comienzos del XVII-, mandaba ser enterrado en ella, a la vez que declaraba que sus ornamentos pertenecían a la comunidad religiosa, a la que legó su propiedad, pues carecía de descendencia.

Los bienes raíces de la comunidad de frailes carmelitas los integraban, hacia la mediación del siglo XVIII, cuatro viviendas urbanas, una tierra de secano en el partido del Arroyo del Pescador, otras dos de tierra inútil y censos que gravaban a casas de la ciudad. Una de estas viviendas, en la calle Panaderos esquina Torregorda, aún ostenta el escudo de la orden carmelita.

En 1776, mientras se celebraba un octavario a la Virgen del Carmen, una vela prendió el velo de la imagen ocasionando un incendio. Las llamas, que llegaron hasta la media naranja del presbiterio, destrozó las imágenes de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, además de derretir la plata con la que se adornaba el altar y diversos objetos decorativos (espejos, cornucopias, etc).

Las cofradías también contribuyeron a incrementar la actividad en el convento, en el que tuvieron sede la de Jesús de la Misericordia, San Telmo, Cristo de la Expiración y la cofradía de Ntra. Sra. del Carmen, que aunque languideció tras la desamortización de 1836, se reorganizó en 1863. La ciudad solía hacer fiesta por Santa Teresa cada cinco de octubre. La del año 1618 gozó de mayor magnificencia por haber sido nombrada la santa patrona de España. En 1728, se celebró fiesta y procesión por San Juan de la Cruz, tras haber sido vuelto a canonizar.

Entre los acontecimientos históricos acaecidos en el convento de San Andrés se encuentra el de haber servido su iglesia como capilla para el general liberal Torrijos y sus cuarenta y nueve compañeros, que fueron fusilados en las cercanas playas de San Andrés el 11 de diciembre de 1831 por orden del monarca absoluto Fernando VII.

Imagenes

Fachada de la iglesia Puerta de entrada Misericordia Iglesia, lateral izquierdo Iglesia, lateral derecho Claustro visto desde el cielo Vista desde el cielo Desde el coro, altar mayor Desde el altar Convento en perspectiva